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Reseñas de los galardonados en el Pleno Institucional del Día de la Ciudad 2021

A continuación, reproducimos las reseñas de las personas y entidades galardonados en el Pleno Institucional del 315 Aniversario de la Fundación de la Ciudad de San Roque, tanto los correspondientes a 2020 (cuando no se entregaron debido al confinamiento) como los de 2021.

En cuanto a 2020, el Pleno de la Corporación acordó la concesión de ocho Medallas de Oro de la Ciudad a distintos colectivos que se distinguieron por su labor durante la etapa del confinamiento por la pandemia de COVID-19.

Así, se acordó conceder la Medalla de Oro de la Ciudad al personal sanitario. Consiste en el reconocimiento a los profesionales de los centros de salud de San Roque y sus barriadas, al personal del Área de Gestión Sanitaria Campo de Gibraltar Este y su hospital de referencia en La Línea de la Concepción, y a los profesionales de las farmacias del municipio.

Otra Medalla de Oro de la Ciudad al personal dedicado a la atención de personas mayores, con un reconocimiento a las plantillas del CRM “Centro del Mayor” (San Roque Ciudad) y las residencias de mayores “Fundación La Milagrosa” (San Enrique) y “Pergomar” (Campamento), así como al personal que trabaja en el Servicio de Ayuda a Domicilio.

Otra Medalla de Oro a los agentes de los Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, con un reconocimiento a los efectivos de la Policía Local, Consorcio Provincial de Bomberos, Infantería de Marina participante en la Operación Balmis, Policía Nacional, personal de seguridad privada y voluntarios de la Agrupación Local de Protección Civil. Asimismo, y dada la excepcionalidad de la situación creada en la lucha contra la pandemia, un reconocimiento a la Guardia Civil aún cuando en el año 2019 recibió la Medalla de Oro de la Ciudad de San Roque con motivo de la conmemoración del 175 aniversario de su fundación.

También recibirá la Medalla de Oro el personal encargado de tareas de limpieza. Consiste en un reconocimiento a los trabajadores y trabajadoras del servicio de recogida de Residuos Sólidos Urbanos (RSU), limpieza viaria y limpieza de edificios municipales.

Asimismo, otra Medalla de Oro a los trabajadores del sector de la alimentación, con un reconocimiento a las personas empleadas en supermercados y tiendas de alimentación, profesionales de la logística, transportistas y reponedores que han garantizado el suministro alimentario.

Otra Medalla de Oro de la Ciudad para las personas voluntarias, personas anónimas que han contribuido de manera altruista y desinteresada en la lucha contra el coronavirus. En este grupo de voluntarios merecen este reconocimiento de la Ciudad de San Roque las personas anónimas que, desde sus casas, y con mucho esfuerzo y horas de dedicación, han confeccionado miles de mascarillas que se han repartido en nuestro municipio y en localidades vecinas para proteger a la población y evitar de esta manera la propagación de la enfermedad. Se incluyen en este grupo los agricultores que de manera desinteresada han aportado sus maquinarias para llevar a cabo tareas de desinfección en los espacios públicos más concurridos. Igualmente, un reconocimiento a los comercios solidarios: varios bazares chinos y otros establecimientos que han cedido material para la confección de mascarillas y material de protección.

También han sido reconocidas con otra Medalla de Oro las entidades sin ánimo de lucro que colaboran de manera solidaria con las dificultades que atraviesan familias del municipio como consecuencia del Covid-19. En especial, el reconocimiento a los cinco grupos de Cáritas, en San Roque y las barriadas, y a la ONG “Apoyo Mutuo”.

Por último, se ha otorgado una Medalla de Oro a la Comunidad Educativa. Este reconocimiento se dirige a los profesores, alumnos, AMPAs, padres y madres y a los monitores del Plan de Refuerzo de la Alimentación Infantil.

En cuanto a las distinciones correspondientes a 2021, se entregó el título de Hijo Predilecto a Juan Quirós Segura. Nacido en San Enrique de Guadiaro. Comenzó a jugar al golf circunstancialmente, mientras trabajaba de caddy en el Real Club de Golf de Sotogrande. Miembro de la denominada “Armada española” de los 80 y 90 del siglo pasado, y que contaba con figuras como Severiano Ballesteros o Pepín Rivero. Con tan sólo 17 años alcanzó la profesionalidad. A lo largo de esa larga trayectoria ha tomado parte en más de cuatrocientos torneos internacionales, participando en los de mayor rango.

Está considerado como el mejor jugador español de todos los tiempos con cuatro victorias en el European Senior Tour y un triunfo en el Challenge Tour.
Quirós llegó a liderar en varias ocasiones tanto el US Senior Open como el The Senior Open a lo largo de su carrera deportiva.
A la extensa nómina de trofeos internacionales se une los campeonatos de España de 2000, 2009, 2011, o los conseguidos hasta en ocho ocasiones en el Circuito Nacional de España, y los siete campeonatos de Andalucía.
Entre el numeroso número de victorias obtenidas figura el Bad Ragaz PGA Senior Open, en Suiza; el Open de France Senior de Divonn, en Francia; el Irish Senior Open, en Irlanda, o el Cannes Mougins Masters, también en tierras galas.
Asimismo, respecto de los Campeonatos de España obtuvo victorias en los campos de Urturi (Álava), Tayuela (Cáceres) o La Torre (Murcia).
En los Campeonatos de Andalucía en los campos de La Estancia (Cádiz); Guadalhorce, Añoreta y La Duquesa (Málaga).
Y ya en el Circuito Nacional de España los triunfos de Montenmedio (Cádiz), San Cugat (Barcelona); Ría de Vigo (Galicia); Montecastillo (Jerez de la Frontera); Oliva (Valencia), o en la propia capital malagueña.
En este sentido, fue galardonado con la Medalla de Oro al Mérito Deportivo de la Real Federación Andaluza de Golf.
La lista de triunfos se haría interminable por lo que finalizamos con las declaraciones que el golfista Fred Coples dijo de Juan Quirós: “Es uno de los mejores jugadores de tee a green que he visto en mucho tiempo”.
Pero aparte de ser un deportista excepcional, Juan Quirós es un vecino apreciado y reconocido tan sólo por su forma sencilla de ser, por su categoría humana.
Además, se nombró Miembro Honorario de la Corporación a la trabajadora municipal, ya jubilada, Chari Expresati Pecino. Cuando contaba con doce años de edad, en lugar de estar jugando, se dedicaba a escuchar a los grandes cantaores de San Roque, en una calle muy flamenca donde ellos residían, la calle Algeciras. Este hecho le enseñaba y le transmitía un sentimiento tan fuerte y profundo que no podía resistirse a ese compás y cante.

Posteriormente, de pequeña comenzó a bailar con los únicos grupos existentes en la época, los coros y danzas de la Sección Femenina, donde sus hermanas también participaban. No fue hasta los veinte años cuando comenzó a dirigir e impartir clases de baile en un local de la calle Almoraima.
Para ello hubo de aprender la técnica del flamenco, desplazándose a Jerez, Córdoba y Sevilla. En estas ciudades, recibió clase de los maestros Juan Parra, Angelita Gómez, Matilde Coral, Carmen Cornejo y el gran maestro de los maestros, Manolete. En otras ocasiones, profesionales del flamenco impartieron cursillos en San Roque.
En el año 1985, por iniciativa de Elvira Castilla, concejala de cultura del Ayuntamiento de San Roque, se abrió al público la Escuela Municipal de Danza y se creó el grupo municipal de baile “Albarracín” para garantizar la promoción y difusión del folklore local y de Andalucía. Chari Expresati se encargó de la dirección, las coreografías del grupo y las tareas de enseñanza.
Junto a su grupo ha actuado en Holanda, Gran Bretaña, Japón, Grecia, Francia y Marruecos, así como en distintos festivales españoles.
Del mismo modo, ha puesto en escena las obras “Elegía y danza flamenca para Federico García Lorca”, de Rafael Gómez Montero; “Andalucía más que un sueño” y “¡Y si hubiera nacido en Andalucía!”, de María Ángeles Chozas.
Del mismo modo, puso interpretación flamenca a “La Casa de Bernarda Alba”, de Federico García Lorca.
En 2019 recibió el homenaje de la Peña Cultural Flamenca Sanroqueña, siendo distinguida con el nombramiento de socia de honor. El acto tuvo lugar en la sede de social de la peña y en el transcurso del mismo actuó el cantaor Rancapino Chico, como contribución al mismo de la Delegación Municipal de Cultura.
La labor de la artista ha sido muy importante para la preservación del fandango de Punta y tacón, originario de San Roque, patrimonio cultural que ha dado a conocer tanto en España como en el extranjero.
Por otro lado, se otorgó el título de Sanroqueña del Año a Olimpia Ramírez Álvarez. Aunque nacida en La Línea, vivió en Jimena de donde eran sus abuelos maternos, y siendo pequeña se traslada a San Roque con su familia. Desde entonces se ha ganado el derecho de ser una paisana más de una ciudad en la que continúa residiendo. Su vocación por la enseñanza y las características del negocio familiar hizo que académicamente se formara tanto en Jerez como en Madrid para ser profesora de autoescuela. Sus inicios fueron por tanto, en la autoescuela Ramírez Murto, propiedad de la familia, y desde hace algunos años hasta hoy en Santillana Formación, también en San Roque.
Como ella misma dice “medio San Roque” ha pasado por sus clases para conseguir el permiso de conducir, y es que la avalan nada más y nada menos que 20 años dedicada a formar a conductores en nuestro municipio.
Pero aparte de esta carrera profesional, Olimpia ha destacado en un año especialmente duro. Desde su muro de Facebook, ha sabido sacarnos una sonrisa con las peripecias de sus tres hijos durante todo el confinamiento en casa. Tres pequeños en casa, uno preadolescente, y la capacidad de trabajar, ser cocinera, ser maestra de los niños en casa…han sido alguno de los ingredientes de un magnífico plato que cada día disfrutábamos con ella. Siempre con un gran sentido del humor, conseguía que muchos nos sintiéramos totalmente identificados con las vivencias familiares de Olimpia.
Leer su muro te hacía evadirte por unos instantes de la cruda realidad que vivíamos y nos sacaba una carcajada en tan difícil situación.
Han sido tantos los testimonios de esta familia, que precisamente una de sus cuñadas decide recogerlos todos en una especie de cuadernillo y publicarlas. Bajo el título “Qué locura de confinamiento con los zijopus dentro”, Olimpia vuelve a ser generosa y entrega la recaudación del mismo a distintas entidades sociales de nuestro municipio, lo que hace que esta venta se incremente de manera considerable, teniendo que publicar varias ediciones.
En su muro además casi sin darse cuenta ha hecho una magnifica campaña al comercio sanroqueño, aprovechando la cantidad de seguidores con que cuenta, ha utilizado sus redes para mostrarnos todo lo que San Roque ofrece, tanto en hostelería como en comercio tradicional.
Fotos de escaparates, de artículos en concreto o de comidas de algunos restaurantes han sido los mejores embajadores del comercio sanroqueño.
No podemos olvidar tampoco los mensajes de apoyo a la ciudad de La Línea cuando ha visto manchada su imagen en medios de comunicación, o su campaña de apoyo a Jimena para el concurso de Ferrero Rocher de iluminación de Navidad
En el capítulo de las Menciones de Honor, se concedió una a Ana Cazorla Garín, que nació en Guadarranque el 20 de enero de 1951, siendo la menor de cinco hermanos. Siempre ha destacado por su afán de ayuda a los demás y ello se ha hecho presente en el tejido asociativo. Desde hace muchos años es socia activa de la asociación de vecinos de dicha barriada, colectivo de la que también fue presidenta. También es miembro de la Comisión de Fiestas.

Mujer luchadora por la mejora de Guadarranque, ha procurado el bienestar de sus vecinos, estando pendiente en todo momento de las necesidades sociales de su entorno.

A título póstumo, se concedió una Mención de Honor a Esteban Téllez Umbría. Nació en Los Barrios en 1938 pero desde muy pequeño llegó con su familia (diez hermanos) a la Estación de San Roque. Su padre trabajaba de ganadero en un cortijo, y tras un brote de tuberculosis fallecieron cinco de sus hermanos.

Siendo pequeño fallecieron sus padres. La familia fue ayudada por el vecino Juan Umbría que le facilitó una choza en la calle Río. Sin embargo, el infortunio continuó con las graves inundaciones que hicieron que perdiese ese humilde hogar. El mismo vecino volvió en su ayuda y les compró una choza en el Barrio Alto. Los pequeños fueron acogidos entre sus familiares dada la precaria situación en que se hallaban.

Esteban era el sexto de esos diez hermanos y desde pequeño ya trabajaba en el campo y marchando diariamente desde la Estación hasta La Línea a por tabaco y café, algo muy común en aquellos años. Una vida dura en tiempos muy precarios, donde su gran humanidad sobresalió para ganar el sustento, para ayudar a otros y ganar también el aprecio de todos los vecinos.
En plena adolescencia conocería a la que sería su esposa, Ana Moreno Ríos, natural del pueblo sevillano de Martín de la Jara. Del matrimonio nacieron dos hijos, Pedro y Salvador.
Esteban también trabajó en la construcción y de guarda durante la las obras de la refinería, pero la pérdida de visión le obligó a jubilarse. Se dedicó a la venta de lotería, teniendo entre sus cualidades la de ser un gran cocinero, a pesar de su ceguera.
Persona muy querida y servicial, colaboraba con todo aquel que necesitaba de su ayuda y ofrecía charlas en los colegios sobre su convivencia con la citada minusvalía.
Como anécdota solía decir que era “cuñado de Dios”, pues contaba con una hermana religiosa en El Vaticano, y que cada vez que lo visitaba le traía rosarios bendecidos para regalarlos.
Siempre tuvo una sonrisa para todos y así, por su humanidad con todos, será recordado. Falleció a los 83 años y, sin duda, supuso una gran pérdida para familiares y amigo. Su imagen con mascota y bastón no se borrará fácilmente.

También a título póstumo, se concedió una Mención de Honor a Leoncio Ríos Pérez. Hay personas que quedan en el recuerdo de un pueblo sin necesidad de desarrollar una brillante carrera profesional o empresarial, sin componer canciones ni poemas, sin ruidos ni alharacas. Hay personas que quedan en el recuerdo de un pueblo, en la memoria colectiva, simplemente por su bondad, su simpatía y su entrega. Es el caso de Leoncio Ríos Pérez.

Hijo de Miguel y Alfonsa, Leoncio nació en San Roque en 1940, la ciudad donde residió toda su vida. Siendo un muchacho obtuvo plaza en la Escuela de Especialistas de Aviación, en León. Allí transcurrió solo unos días, pues la nostalgia de su tierra, de su familia y el duro clima del norte, le hicieron volver a su pueblo para no dejarlo más.
A la muerte de su padre se hizo cargo de Ultramarinos Ríos, la tienda típica de pueblo. Un negocio basado en la confianza, pues se podía comprar fiado y pagar a fin de mes. Desde aquí alivió muchas necesidades y dificultades de sus paisanos en unos tiempos muy duros, perdonando “trampas” o estirando plazos.
La de Leoncio ha sido una de las últimas tiendas de la ciudad. Cerca de ella cerraron otras, también muy conocidas y cercanas. Tiendas que durante los peores momentos de la pandemia que nos ha tocado vivir, han estado prestando un gran servicio a los vecinos.
Amigo de todos, buen vecino, padre, abuelo…cariñoso, afable, gracioso, se le recuerda en la esquina de su casa, siempre dispuesto para hacer un favor, para acercar ese “mandao” o llevar en su coche. Siempre con una sonrisa en su rostro, con una buena palabra y un gesto de dulzura.
Casado con Ana, su novia de toda la vida, tuvo dos hijos y cuatro nietos, de los que se sentía especialmente orgulloso.
Devoto del Nazareno, hermano de las Angustias, aficionado al fútbol (rojillo y madridista) tenía una vida sencilla y feliz. Con “una mala salud de hierro”.
El 31 de enero pasado muchos se vieron consternados al conocer la triste noticia. Leoncio había sido víctima mortal de la pandemia de la covid-19. Su despedida – como la de todos los que nos han dejado por esta causa – , no pudo ser como a él le hubiera gustado y como tantas personas que le querían hubiesen deseado.

La última Mención de Honor a título póstumo se concedió a Luisa Montes Menor. Nació en Vejer de la Frontera el 14 de enero de 1952. Hija de guardia civil (de ahí su amor por la Virgen del Pilar), le llevó a vivir en diversos pueblos de nuestra comarca. Siendo muy niña, sus padres se trasladan al municipio de Castellar de la Frontera, concretamente a la antigua Casa Cuartel de Castellar. Aunque estuvieron poco tiempo, fue lo suficiente para que naciera en ella la devoción por su Santísimo Cristo de la Almoraima; lugar en el que sería la pregonera oficial de dicha localidad en el 2020. Más tarde, su padre fue destinado a San Roque y aquí se asentó definitivamente a principios de los años 60.
Siendo muy jovencita, empezó su estrecho vínculo con la parroquia de Santa María la Coronada, perteneciendo al coro de la misma. Tuvo muy buena relación con el párroco Rafael Caldelas, que tan querido fue por nuestro pueblo.
En los años 80 del siglo pasado se inaugura la capilla de la Santísima Trinidad en la barriada de los Olivillos y el mismo párroco le encomienda la protección y el cuidado de dicho lugar litúrgico.
Más tarde, junto con su hermana Lela, fundan la Legión de María, ofreciendo diferentes actos para mujeres. También decide ser catequista y aprovecha su estancia en dicha capilla para impartir catequesis a muchos niños, que hoy adultos, también la recordarán.
Aprovechando su fervor por el mundo religioso y especialmente cofrade, es nombrada camarista de la Cofradía del Cristo Medinaceli y la Virgen de la Merced, donde ejerció con amor dicho desempeño por 29 años. Luisa sentía debilidad por su Cristo Medinaceli y por su Virgen, al mismo tiempo que inculcó e involucró a sus cuatro hijos y nietos en el mundo cofrade.
Mujer folclórica, tradicionalista, flamenca, amante de su tierra y de su pueblo, de su Virgen del Rocio, de sus costumbres y tradiciones, decidió formar parte del Coro Rociero de San Roque, tomando el cargo de directora unos años después. Este desempeño, quizás sea el más conocido y reconocido, ya que Luisa estaba presente con su coro en casi todos los eventos posibles y llevando a su pueblo, San Roque y a sus canciones a lo más alto.
En nuestro recuerdo, quedará una mujer que se entregó en cuerpo y alma a su familia, su pueblo, amigos y conocidos.
Siempre habrá unos minutos para hablar de Luisa Montes en San Roque. Su huella es muy profunda y el pueblo así lo ha demostrado con su pérdida.
Finalizamos este homenaje con una parte de una de tantas estrofas escritas en sus colombianas y fandangos. En este caso, un fragmento del dedicado por Luisa Montes al Cristo de la Almoraima:
“Por las calles de este pueblo,
sale el Cristo caminando.
Las carretas van detrás,
Los romeros a caballo te quieren acompañar”.
Y una frase suya recogida de unas declaraciones a a la prensa en relación al Coro Rociero: “Allá donde actuemos lo que queremos es dejar en lo maś alto el nombre de San Roque”.

Antonio Guerrero Valero recogió su propia Mención de Honor. Nacido en San Roque en 1952 en el seno de una familia trabajadora dedicada a diversos oficios tal y como mandaban los tiempos. Antonio es el mayor de 5 hermanos y, como tal, tuvo la infancia normal de un niño de su clase y su época, siendo conocedor de las grandes necesidades presentes en la vida diaria de una familia como la suya en los tiempos que le tocó vivir. Cursó estudios de Educación Primaria en el Colegio Nacional Regidor Varela y se inició como aprendiz en la conocida carpintería de Antonio Ramos lo que conseguía simultanear con sus recién iniciados estudios de bachillerato. Estudios que tuvo que truncar al emigrar con su familia.

Las condiciones de vida imperantes en nuestro país en aquellos momentos, hacen que con 14 años, corría el año 1967, se vea obligado a emigrar con su familia a Francia, afincándose primero en Villier y posteriormente en Romilly-sur-Saine cerca de París. Allí se ve obligado a abandonar sus estudios y a empezar a trabajar para contribuir a la economía familiar, primero en una fábrica de confección y luego en la factoría de Peugeot. Incluso, en algunas ocasiones, había que completar los ingresos con labores en el campo al salir del trabajo. Fueron tiempos muy duros, de mucho trabajo, en una cultura extraña y con todo lo que llevaba aparejada la vida de una familia emigrante. Durante esos años, además, la familia sufre el fallecimiento de la madre: Ana Valero Martínez, la familia tiene que continuar sin ella hasta que empieza a calar la idea de volver y montar un negocio en San Roque. Esta vuelta se realiza de forma escalonada hasta que se completa en 1981, fecha en la que la familia se reagrupa de nuevo en nuestro municipio.
Durante este proceso se empieza a montar el soñado negocio de hostelería que recibe el nombre de L’eden, en clara referencia a la “aventura francesa” vivida por la familia. La primera apertura corre a cargo del padre de Antonio: Juan Guerrero Palma y data de 1979. Su ubicación: el sanroqueño Camino del Almendral, donde permanece hasta el año 1993. En esa fecha y tras asumir Antonio la dirección del negocio familiar en 1986, se decide trasladar la actividad a la Alameda de Alfonso XI, donde ha permanecido hasta este mismo año, en el que se ha consumado su cierre definitivo. Durante todo este tiempo el L’eden ha sido siempre un negocio de referencia y animador de todas sus fiestas y celebraciones, aparte de un punto de encuentro habitual para muchos sanroqueños y sanroqueñas. Se han presentado candidaturas al Ayuntamiento de San Roque, se ha recibido a autoridades y a personajes públicos de todo tipo. Sus mesas han albergado tertulias políticas más o menos estables y se ha caracterizado siempre por ser uno de los mentideros políticos por excelencia de todo el municipio. En él se han cerrado negocios y fraguado alianzas y hasta ha vivido sus primeros momentos más de un amor. Decir el L’eden es decir parte de la historia viva de las últimas décadas de nuestra ciudad.
Pero la actividad de Antonio Guerrero no se ha circunscrito sólo al ámbito de la hostelería y al trabajo incansable en su negocio. Ya en 1969, con 16 años, ingresa en el Partido Comunista de España en sus agrupaciones del exterior, primero en las juventudes de ese partido y luego como militante de pleno derecho en las estructuras del PCE cuando este era todavía un partido clandestino en España. En esta organización política ha militado desde entonces viviendo su legalización y todos los avatares de la misma hasta el día de hoy. En ella asumió la responsabilidad de secretario local aún en el exilio de Romilly y, posteriormente, ya en España y durante diez años, fue secretario de organización de la agrupación sanroqueña.
Entre sus actividades sociales cabe destacar su papel como fundador de la Apyme (Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas) de San Roque, asociación de la que fue secretario y posteriormente vicepresidente. Asímismo, y dentro del mismo ámbito, fue vocal de la Fepyme del Campo de Gibraltar y también vocal de la Cámara de Comercio del Campo de Gibraltar.
Pero todo esto no le ha hecho nunca olvidar su sueño inicial de ser un buen artesano carpintero, por eso sigue siendo un enamorado de la carpintería y por eso continúa, cada vez que dispone del tiempo suficiente, haciendo pequeños trabajos relacionados con tan noble labor artesanal.
Antonio Guerrero Valero puede ser el digno representante de toda una generación que tuvo que buscar un futuro en los duros caminos de la emigración, que tuvo que abandonar su tierra para labrarse un porvenir porque aquí no lo encontraban, una realidad que, por desgracia, cada vez nos parece menos lejana. Pero también representa a todos aquellos sanroqueños y sanroqueñas que decidieron volver a su tierra con la ilusión de crear riqueza, de contribuir a su desarrollo, y de poner su trabajo, su esfuerzo y sus ahorros duramente reunidos para construir un San Roque más grande, más plural y con más futuro.
Pero sobre todo, Antonio Guerrero representa a todas aquellas personas que saben que solo luchando diariamente y sin descanso se pueden conseguir no sólo las metas personales, sino también las relacionadas con la construcción de una sociedad más justa y más humana; pero que no se conforman sólo con saberlo, sino que son capaces de ponerse manos a la obra y hacerlo posible.

El Restaurante Río Seco ha sido galardonado con otra Mención de Honor. Río Seco es el segundo restaurante más antiguo de Torreguadiaro, la barriada más occidental del municipio y la de mayor proyección turística, no sólo de San Roque sino de toda la comarca.

Abrió sus puertas el 16 de junio de 1976, estando próximo a cumplir cuarenta y cinco años de actividad. En el transcurso de estos años su interior tuvo varias modificaciones, pero nunca ha dejado de estar enfocado hacia el mar. Las terrazas con esas extraordinarias vistas son un lugar ideal para disfrutar de una gastronomía propia y muy apreciada por la clientela.
Su puesta en marcha se debe al vecino a José Sánchez Moreno, contando con su padre, que actualmente cuenta con una calle en la popular barriada de Pescadores.
Posteriormente, contrajo matrimonio con Aurora Vega, luchando unidos por un negocio cada vez más reconocido. Habiendo alcanzado la jubilación, en la actualidad está regentado por sus dos hijas Sara y Vanessa, junto al primo político de éstas, José Antonio Tineo. Entre las mejoras introducidas figura la ampliación de horarios con la incorporación del servicio de desayuno.
Otra dimensión de este negocio familiar es su contribución con los festejos populares, patente con aportaciones a las distintas comisiones de Fiestas del Valle de Guadiaro, así como con la conocida asociación La Charca y su colaboración en el Día de la Tapa.
Hay que destacar la calidad del servicio de este establecimiento, que no sólo mantiene una clientela comarcal, pues por el mismo han pasado numerosos famosos como Severiano Ballesteros, Rocío Jurado, Paloma San Basilio, Enrique Ponce, Marcos Alonso, Luis Eduardo Aute, Los Chichos o el prestigioso profesor y político de la transición, Enrique Tierno Galván, por citar solo algunos.
Aunque en las paredes del restaurante no cuelguen fotos que den testimonio de esa especial presencia, la razón no es otra que siempre ha mantenido la filosofía de preservar la intimidad y el disfrute de dichas personas.
Sin embargo, ese compromiso con Torreguadiaro y sus gentes sí está presente mediante fotografías del crecimiento urbanístico habido desde el año 1959.
La importancia de su cocina se ha recogido en diferentes programas de Canal Sur Televisión, sirviendo también para promocionar una zona del municipio de singular presencia turística. También en este establecimiento se reconoce la lucha de unos emprendedores en situaciones tan complicadas para la restauración por motivo de la covid-19.

La última Mención de Honor ha recaído en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de La Línea. Aunque ese sector profesional es muy diverso en esta ocasión se ha querido fijar la atención en el personal que trabaja o ha trabajado en todo este difícil período en la citada Unidad de Cuidados Intensivos. Estos profesionales han intentado salvar la vida a muchos de nuestros vecinos, y, por desgracia, y con toda el dolor, no siempre lo han podido conseguir.
Desgraciadamente esta unidad ha sido la última morada de muchos de nuestros paisanos y amigos, que no consiguieron ganar la batalla al virus. Otros, sin embargo, lograron salir adelante, sobreviviendo a la terrible enfermedad.
Todo reconocimiento hacia los profesionales sanitarios será poco por tanta entrega a los demás. A esta distinción municipal se une nuestra admiración por todos y cada uno de estos trabajadores, para los que siempre demandaremos los medios necesarios, del que en principio se careció ante la terrible pandemia. También se une a este reconocimiento el respaldo a sus demandas de mejoras profesionales y materiales en una clara defensa del servicio público de salud, pilar fundamental del Estado del Bienestar.
En el caso que hoy nos ocupa, se da la circunstancia de que esta unidad está dirigida por la sanroqueña, Ana Cabrera Calandria, doble orgullo para todos los sanroqueños y las sanroqueñas.

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