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Karmelo Iribarren llenó de poesía y humanidad el antiguo pósito con motivo del Aula José Cadalso

Karmelo Iribarren demostró anoche en el Edificio Alcalde Fernando Palma (antiguo pósito) que se puede ser un genio de la palabra sin perder la sencillez humana. Cercano, melancólico e irónico, el poeta vasco protagonizó una nueva edición del Aula de Literatura “José Cadalso”, una actividad de la Delegación Municipal de Cultura.

Asistieron varias decenas de espectadores, entre los que se contaron la concejal de Cultura, Ana Ruiz, y la también edil María del Mar Collado. Como viene siendo habitual, el formato de esta actividad fue el de una entrevista a cargo de la escritora y lectora profesional Sarah Manzano, y también incluyó la lectura de varios de sus poemas por Iribarren y un breve turno de preguntas. Al finalizar, el poeta firmó libros a varios de los asistentes. Hay que señalar que el Aula de Literatura José Cadalso volverá en febrero, y tendrá como protagonista a la autora Nieves Concostrina.

Karmelo Iribarren (San Sebastián, 1959) hizo gala en todo momento de una gran sentido del humor teñido de melancolía, como caracteriza también a muchos de sus versos. Explicó que había tenido siempre la gran suerte de publicar su obra sin problemas, y reconoció que en los últimos ocho o diez años “mis libros han tenido una buena recepción dentro de la poca gente que lee poemas”.

En cualquier caso, piensa que, a medida que pasen los años, “con un poco de suerte, algunos poetas nos salvaremos como mucho por diez poemas”. “Me gusta -apuntó Iribarren- entender los poemas, que me digan algo. Soy más de la poesía narrativa”, frente a otros autores en cuyos textos “tienes que encontrar algo por ti mismo”. Por eso, entre sus principales influencias se encuentran los poetas de la generación de los 50, como Gil de Biedma, “que introducen las calles, la vida moderna, en la poesía”.

Atribuye el haber conseguido “el oficio” de poeta a su gran disciplina a la hora de escribir, porque lleva haciéndolo desde mediados de los años 70, cuando era adolescente. Y, sobre todo, a su gusto por la lectura, que le ha servido para ir mejorando hasta adquirir un estilo propio, el registro que le caracteriza. “Mi formación poética -admitió el autor- la hice en soledad. Tal vez por eso mi poesía es tan poco académica”.

Un estilo que se puso de manifiesto en la lectura de algunos de sus poemas, siempre breves, que iba explicando al público. Por ejemplo, en “Mi madre” relata con ironía algo tan triste como el darse cuenta de que tu anciana madre la mayoría de las veces ya ni te reconoce. O en “El viejo bar”, donde habla de los cambios que conlleva el paso del tiempo. Y del cariño en “El amor los domingos por la mañana”. En definitiva, unos versos teñidos de melancolía, humor, cotidianidad y sensibilidad, donde se reflejan imágenes de gran belleza.

El Aula de Literatura José Cadalso, una de las actividades culturales con más solera de San Roque, se ha retomado este año tras más de una década de paréntesis. Desde abril han participado en esta actividad los autores Carmen Posadas, Marwán, Benjamín Prado y Nativel Preciado, además de la presentación de la Antología 1991-2009 a cargo de Juan Gómez Macías el pasado mes de octubre.

Karmelo C. Iribarren nació en San Sebastián en 1959. Entre otros galardones, obtuvo el Premio Euskadi de Literatura en Castellano de 2018. Es autor de numerosos poemarios, desde que publicó “La condición urbana” en 1995, siendo su último libro “El escenario”, de 2021. También ha escrito dos libros en prosa, y ha publicado varias antologías.

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